“Constituye un destino.
Es más noble ser envidiado que compadecido.”
Píndaro (en griego Πίνδαρος) es uno de los más célebres poetas líricos de la Grecia clásica. Se cree que nació en Cinocéfalos, Beocia, hacia el 518 a. C. y que, según la tradición, pertenecía a una familia aristocrática.
Se tiene pocas noticias fiables sobre su biografía,
a pesar de las seis Vidas que han legado autores antiguos. Se cree que
nació en Cinocéfalos, Beocia, hacia el 518 a. C. y que, según la tradición, pertenecía a una familia aristocrática. De
hecho, en la Vª Pítica él mismo parece afirmar que procede del linaje de los egeidas, por lo que a menudo manifestará en sus obras una especial simpatía por
las instituciones dorias.

La obra de Píndaro que se conoce se ha conservado
en papiros de entre el siglo
II a. C. hasta el II d. C. y en algunos manuscritos medievales que proceden de una selección
efectuada en el siglo III. En total, han llegado hasta nosotros cuatro libros de epinicios que suman
45 odas y algunos fragmentos sueltos. Los epinicios, son cantos corales compuestos en
honor de los vencedores en alguno de los cuatro certámenes deportivos de los Juegos Panhelénicos que se cantaban al paso de los campeones. Las composiciones de Píndaro
suelen utilizar la victoria deportiva como simple punto de partida para loar el
valor personal del atleta: su triunfo refleja la victoria de lo Bello y lo Bueno sobre la
mediocridad.
Además de epinicios, Píndaro compuso himnos, peanes, partenios, cantos al vino, trenos, etc.
El estilo de Píndaro es peculiar y difícil. Se
caracteriza por proceder con la materia poética a saltos, estableciendo
asociaciones bruscas e imprevistas entre diferentes elementos. El lenguaje, muy
elevado, procede de una mezcla artificiosa de diferentes dialectos y se satura de elementos retóricos, en especial de imágenes. La dificultad de la obra pindárica es
paradigmática. Si resultaba ya oscura para sus coetáneos, con posterioridad
autores que van de Heródoto a Voltaire hablan de lo ininteligible de su poesía. Sin embargo, Goethe o Hölderlin lo erigieron en símbolo de la libertad del genio creador.
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