Su obra poética no se redujo al subgénero de la lírica, sino
que también tocó otros aspectos del conocimiento. Los críticos proponen dos
periodos de su producción.
Un primer
período en el que compuso Sátiras, poesía crítica con
abundantes elementos autobiográficos que persigue un fin moral y Epodos, composiciones de
carácter lírico en las que tampoco está ausente la crítica social. El epodo es
una composición de origen griego destinada al insulto y al improperio. Alguno
de los epodos de Horacio conserva este carácter, pero otros son de carácter
eminentemente lírico. Destaca aquel cuyo comienzo, Beatus ille, ha dado nombre a
un tema literario, la alabanza de la vida en el campo.
En el segundo
periodo escribiría Odas y Epístolas.
Las odas son composiciones de carácter lírico que constituyen la obra cumbre de
la lírica latina. Son cuatro libros con un total de 104 odas. En ella se jacta
de haber sido el primero en trasplantar al latín la lírica eolia en su
conjunto, imitando los temas y los metros líricos griegos, sobre todo de Alceo,
Safo y Anacreonte. Horacio tiene conciencia de que sus odas son lo mejor de su
obra y afirma que serán más duraderas que el bronce. En las Odas el componente
fundamental es el lírico. Podemos agrupar las odas en varios grupos temáticos:
alabanza de Augusto, elogio de la amistad, tema filosófico y moral, el amor, y
finalmente el campo y la naturaleza. Expone el poeta su filosofía de la vida:
hay que saber hacer uso de las riquezas y ser generoso; no hay que dejarse
abatir por la adversidad y debe uno gozar de los bienes presentes, que son
precarios; lo mejor para ser feliz es la “áurea mediocridad” (Aurea mediocritas). Hay una invitación a gozar del momento presente, ya que
el día de mañana es incierto: carpe diem. Este tema tendrá gran fortuna en la
literatura universal.
Las Epístolas es la poesía de la reflexión moral y
filosófica. Entre éstas últimas destaca Epístola
ad Pisones, más conocida como Arte
Poética, en la que sienta principios de preceptiva literaria que han tenido
durante siglos pervivencia en nuestra cultura.
¿Preguntar tú, podrida por tus años sin cuento, qué es lo que enflaquece mi virilidad, tú, que tienes renegrida la dentadura y a quien una vejez añeja a surcado la frente de arrugas, tú, cuyo asqueroso trasero se abre entre las nalgas enjutas como si fuera el de una vaca enfermiza?...
Pero me "subyuga" tu pecho y tus senos fláccidos como ubres de yegua, tu vientre fofo y tus delgados muslos trabados a las hinchadas pantorrillas.
¡Sé afortunada y vayan imágenes triunfales delante de tu cortejo fúnebre; y no haya matrona que pasee cargada con perlas más redondas que las tuyas!
¿Qué me importa si los libelos estoicos suelen estar esparcidos entre tus almohadillas de seda? ¿Se endurecen acaso menos por eso mis nervios analfabetos o deja de languidecer por eso mi miembro? A éste, para sacarlo de la ingle orgullosa, tienes que trabajarlo con la boca.
EPODO 8
¿Preguntar tú, podrida por tus años sin cuento, qué es lo que enflaquece mi virilidad, tú, que tienes renegrida la dentadura y a quien una vejez añeja a surcado la frente de arrugas, tú, cuyo asqueroso trasero se abre entre las nalgas enjutas como si fuera el de una vaca enfermiza?...
Pero me "subyuga" tu pecho y tus senos fláccidos como ubres de yegua, tu vientre fofo y tus delgados muslos trabados a las hinchadas pantorrillas.
¡Sé afortunada y vayan imágenes triunfales delante de tu cortejo fúnebre; y no haya matrona que pasee cargada con perlas más redondas que las tuyas!
¿Qué me importa si los libelos estoicos suelen estar esparcidos entre tus almohadillas de seda? ¿Se endurecen acaso menos por eso mis nervios analfabetos o deja de languidecer por eso mi miembro? A éste, para sacarlo de la ingle orgullosa, tienes que trabajarlo con la boca.
ODAS
A sí mismo"
(Carminum, III, 1)
Odio al vulgo profano y lo rechazo.
Tened las lenguas: sacerdote de las Musas,
voy a cantar versos jamás oídos antes
a los niños y a las doncellas.
A sus propios rebaños rigen
temibles reyes, y a ellos los gobierna
Júpiter, famoso por su triunfo Giganteo,
el que lo mueve todo con su ceño.
Sucede que un hombre alinea en los surcos
mayor número de árboles que otro hombre;
éste, de más noble linaje, baja
al Campo a competir; aquél,
mejor por sus costumbres y su fama
rivaliza con él; otro tiene mayor
cantidad de clientes.
Con justa ley, Necesidad
sortea a los notables y a los ínfimos:
una amplia urna mueve todo nombre.
Aquel sobre cuya impía cabeza
pende desnuda espada
no encuentra dulce el sabor de los festines Sículos
ni el canto de las aves y de la cítara
le devuelve el sueño. Ese sueño
apacible que, en cambio, no desdeña
la casa humilde del campesino,
ni la umbrosa ribera,
ni Tempe, el valle oreado por los Céfiros.
Al que desea sólo lo suficiente
no lo seduce el mar tumultuoso,
ni el ímpetu cruel de Arturo al ponerse,
ni el nacimiento de las Cabrillas,
las viñas azotadas por el granizo
o una finca mendaz, ya culpen sus plantíos
a las aguas, a las estrellas
que abrasan los campos
o a los inclementes inviernos.
Sienten los peces reducido el mar
por las moles lanzadas a sus aguas,
pues allí van a parar las piedras
que sin cesar arrojan el empresario con sus obreros
y el señor harto ya de tierra.
Mas Temor y Amenazas
suben adonde está el señor,
y la negra Inquietud no se separa
de su trirreme guarnecida de bronce
y cabalga tras él, jinete.
Y, si ni el mármol Frigio,
ni el uso de la púrpura más brillante que un astro,
ni la viña Falerna,
ni el costo Aquemenio
alivian el dolor del que sufre,
¿por qué voy a construir un atrio grandioso
con puertas envidiables, según el nuevo estilo?
¿Por qué voy a cambiar
mi valle de Sabina
por riquezas tan pesarosas?
"A Delio"
(Carminum, II, 3)
Acuérdate de conservar una mente tranquila
en la adversidad, y en la buena fortuna
abstente de una alegría ostentosa,
Delio, pues tienes que morir,
y ello aunque hayas vivido triste en todo momento
o aunque, tumbado en retirada hierba,
los días de fiesta, hayas disfrutado
de las mejores cosechas de Falerno.
¿Por qué al enorme pino y al plateado álamo
les gusta unir la hospitalaria sombra
de sus ramas? ¿Por qué la linfa fugitiva
se esfuerza en deslizarse por sinuoso arroyo?
Manda traer aquí vinos, perfumes y rosas
—esas flores tan efímeras—, mientras
tus bienes y tu edad y los negros hilos
de las tres Hermanas te lo permitan.
Te irás del soto que compraste, y de la casa,
y de la quinta que baña el rojo Tiber;
te irás, y un heredero poseerá
las riquezas que amontonaste.
Que seas rico y descendiente del venerable
Ínaco nada importa, o que vivas
a la intemperie, pobre y de ínfimo linaje:
serás víctima de Orco inmisericorde.
Todos terminaremos en el mismo lugar.
La urna da vueltas para todos.
Más tarde o más temprano ha de salir
la suerte que nos embarcará
rumbo al eterno exilio.
"Carpe Diem"
(Carminum, I, 11)
No pretendas saber, pues no está permitido,
el fin que a mí y a ti, Leucónoe,
nos tienen asignados los dioses,
ni consultes los números Babilónicos.
Mejor será aceptar lo que venga,
ya sean muchos los inviernos que Júpiter
te conceda, o sea éste el último,
el que ahora hace que el mar Tirreno
rompa contra los opuestos cantiles.
No seas loca, filtra tus vinos
y adapta al breve espacio de tu vida
una esperanza larga.
Mientras hablamos, huye el tiempo envidioso.
Vive el día de hoy. Captúralo.
No fíes del incierto mañana.
ODAS DE HORACIO
ODAS
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