La Olímpica
Lo mejor es, de un lado, el agua y, de otro, el oro, como ardiente
fuego,
que destaca en la noche por encima de la magnífica riqueza.
Y si certámenes atléticos celebrar
anhelas, querido corazón,
ni busques otra estrella más cálida que el sol
brillante en el día por todo el yermo éter
ni ensalcemos otra competición superior a la de Olimpia.
De allí el himno clamoroso se despliega
a través de las mentes de los sabios
para que al hijo de Crono canten los que acuden
a la espléndida y feliz morada de Hierón.
que destaca en la noche por encima de la magnífica riqueza.
Y si certámenes atléticos celebrar
anhelas, querido corazón,
ni busques otra estrella más cálida que el sol
brillante en el día por todo el yermo éter
ni ensalcemos otra competición superior a la de Olimpia.
De allí el himno clamoroso se despliega
a través de las mentes de los sabios
para que al hijo de Crono canten los que acuden
a la espléndida y feliz morada de Hierón.
POEMA DE PÍNDARO
A Teóxeno de Ténedo (*) Hay un tiempo para recolectar
amores, corazón mío, cuando acompaña la edad: pero aquel que al contemplar
los rayos rutilantes que brotan de los ojos de Teóxeno no siente el
oleaje del deseo, de acero o de hierro tiene forjado su negro
corazón con fría llama y, perdido el aprecio de Afrodita, la de vivaz
mirada, o violentas fatigas padece por la riqueza, o se deja arrastrar por la
femenina osadía esclavo de todos sus (...) vaivenes. Más yo me derrito
como cera de sagradas abejas. Por el calor mordida en cuanto pongo
mis ojos en los lozanos miembros de adolescentes mozos. ¡Era cierto
que también en Ténedo Persuasión y Donosura tenían su sede en el hijo
de Hagesilao!
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