Incitado por sus protectores, escribió las Geórgicas,
en apoyo de la política imperial de relanzar la agricultura en Italia, en las
cuales recrea la belleza de la vida campesina y sus distintos aspectos:
labranza, ganadería y apicultura.
La vertiente pública de la poesía de Virgilio
llegó a su cima cuando afrontó la tarea de escribir un ambicioso poema
patriótico a imagen de las grandes epopeyas homéricas, la Eneida, que
debía cantar las virtudes del pueblo romano y cimentar una mitología propia
para la nación. Para ello escogió la conocida figura legendaria del héroe
troyano Eneas. Durante otros doce años trabajó en la composición de esta su
obra maestra, poema épico que incluye doce cantos.
El verso de Virgilio en la Eneida fue
considerado en su propia época, y a partir de entonces, como modelo de
perfección literaria tanto por su equilibrio métrico como por su musicalidad.
Sin embargo, el poeta no pudo terminar su obra, pues en el 19 a.C. emprendió un
viaje por Grecia y Asia con la intención de corroborar sobre el terreno las
referencias paisajísticas y geográficas de su obra maestra, prácticamente
finalizada para entonces, y para profundizar en el estudio de la filosofía.
Durante el viaje enfermó gravemente, y en su lecho de muerte pidió a sus amigos
Vario y Plocio que destruyeran la Eneida, por considerarla imperfecta, ruego
que no fue atendido por orden de Augusto.
Se atribuye asimismo a Virgilio la
composición de un conjunto de obras menores de carácter épico, elegíaco y
didáctico, conocido como el Appendix vergiliana, que quizás podrían ser
obras de juventud, aunque no está bien dilucidada su autoría. El renombre de
que gozó fue enorme no sólo en su época, sino a lo largo de toda la Edad Media,
que le consideró como un cristiano anticipado, e incluso se llegó a ver en una
de sus Bucólicas una profecía de la llegada del Mesías. En su Divina
Comedia, Dante lo convirtió en su guía a través del Infierno y el
Purgatorio, y le consideró su maestro.
LA ENEIDA:
La Eneida
es una obra que fue escrita por encargo del emperador Augusto, con el fin de
glorificar, atribuyendo un origen mítico, al Imperio que con él se
iniciaba. Con este fin, Virgilio elabora una reescritura, más que una
continuación, de los poemas homéricos, tomando como punto de partida la guerra de Troya y su destrucción,
y colocando la fundación de Roma como un acontecimiento ocurrido a la manera de los legendarios mitos
griegos.
Se
suele decir que Virgilio, en su lecho de muerte, encargó quemar la Eneida,
ya fuera porque deseaba desvincularse de la propaganda política de Augusto, o
bien porque no consideraba que la obra hubiera alcanzado la perfección que el poeta quería.
Léela en el siguiente enlace:
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