“Pocos hombres
tienen la fuerza de carácter suficiente
para alegrarse del éxito de un amigo sin
sentir cierta envidia.”
Esquilo nació en Eleusis en 525/24 a.C. Era hijo de un distinguido
hacendado llamado Euforión. Intervino en las batallas de Maratón y Salamina,
contra los persas, así como en otras de las guerras médicas. Fue absuelto en un
proceso e impiedad por violar el secreto de los misterios. Siendo muy joven
participó en los concursos de los poetas trágicos, quizá en 28, de los cuales
en trece fue el vencedor.
En su madurez se trasladó a Sicilia a la corte de Hierón, tirano de la
ciudad, seguramente llevado por la abundancia de artistas que en dicho lugar se
daban cita. Allí, tal vez representara por segunda vez Los Persas, obra que le
valió el triunfo en Atenas.
Poco después regresó a Atenas, pues en 468a.C.dejó el primer puesto en el
agón a Sófocles. No se sabe por qué regresó nuevamente a Sicilia, aunque cierto
pasaje de Aristófanes en Las Ranas nos da un indicio: alude a la decepción que experimentó con el
público ateniense, de lo cual se deduce que la relación entre éste y el autor
no siempre fue buena, quizá debido a la no obtención de premios en ocasiones.
Murió en Gela en 456/55a.C. y su tumba se convirtió en santuario visitado por
todos los trágicos del momento. Los atenienses honraron su memoria con una ley
propia que permitía a cualquiera participar en el agón (certamen) con obras de
Esquilo. Pero fue Aristófanes, en Las Ranas, quién mejor honró la memoria de
este autor trágico trazando una imagen sublime del mismo.
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